Se conoce como fractura de tibia proximal a la fractura que se produce en el extremo proximal de la tibia, el cual forma parte de articulación de la rodilla.
Anatomía
La rodilla es la articulación de carga más grande del cuerpo y está formada por:
- El fémur distal, el hueso que se encuentra en el muslo.
- La tibia proximal, el hueso más grande de la pierna sobre la cual se apoya el fémur distal.
- La rótula, un hueso en forma de concha que cubre la parte frontal de la articulación de la rodilla.
La rodilla está rodeada por músculos y ligamentos que actúan como cuerdas de tensión y mantienen estos huesos en su posición, permitiendo cierto tipo de movimientos y restringiendo otros.
Descripción
Existen varios tipos de fracturas de tibia proximal:
- Fractura transversal: en este tipo de fractura, el trazo de fractura forma una línea horizontal que es perpendicular al eje de la tibia
- Fractura conminuta: Este tipo de fractura se produce cuando el hueso afectado se divide en más de 2 fragmentos, por lo que es muy inestable.
- Fractura abierta: se produce cuando los fragmentos óseos rompen la piel y quedan expuestos al medio ambiente. Estas fracturas son una urgencia porque existe alto riesgo de infección.
- Fractura Intra-articular. Se produce cuando la fractura se extiende hacia la articulación de la rodilla y afecta la superficie articular.
- Hundimiento. Se produce cuando el fémur golpea la superficie articular de la tibia proximal (meseta tibial) produciendo un colapso del hueso de dicha zona, que se manifiesta como un hundimiento de la meseta tibial.
Causas
Las causas más comunes de fracturas de tibia proximal son:
- Traumatismos de baja energía en un hueso de mala calidad (osteoporosis)
- Por estrés, cuando se realiza alguna actividad física de forma excesiva
- En pacientes jóvenes se produce por una lesión de alta energía, como una caída de una altura considerable, un traumatismo relacionado con el deporte y accidentes de automovilísticos
Cuadro clínico
Los signos y síntomas más comunes de una fractura de tibia proximal son:
- Dolor intenso en la rodilla, que aumenta al apoyar la extremidad afectada
- Hinchazón de la rodilla
- Limitación de los rangos de movimiento de la rodilla
- Deformidad de la rodilla
- Palidez del pie del lado afectado con piel fría, lo cual puede indicar una lesión de alguna arteria.
- Entumecimiento u hormigueo del pie por lesión de algún nervio
Examen Físico
Después de preguntarle sus antecedentes personales, su ortopedista le preguntará como ocurrió su lesión, si tiene dolor, si existe algún agravante o atenuante del mismo y si siente hormigueo en su pie.
Posteriormente, su ortopedista examinará su rodilla, buscando la presencia de moretones, hinchazón y heridas en la piel. También buscará la presencia mediante palpación de puntos dolorosos, alteraciones en la sensibilidad o datos de lesión de alguna arteria.
Estudios complementarios
- Rayos X. Las radiografías proporcionan imágenes de tejidos densos, como el hueso. En ellas se puede observar si un hueso está fracturado, el tipo de fractura y si existe afección de la articulación de la rodilla.
- Tomografía computarizada (TC). Una tomografía computarizada muestra más imágenes más detalladas de su fractura y así ayudar a decidir el tratamiento más adecuado para su caso.
- Imágenes de resonancia magnética. Este estudio proporciona imágenes de tejidos blandos, como tendones y ligamentos. Su ortopedista puede ordenar una resonancia magnética para ayudar a determinar si hay lesiones adicionales en los tejidos blandos que rodean su rodilla.
Tratamiento
El tratamiento seleccionado se basa en el tipo de lesión, en sus necesidades, su estilo de vida y condiciones médicas asociadas.
Tratamiento conservador
El tratamiento conservador puede incluir:
- Analgésicos. Medicamentos como el ibuprofeno y diclofenaco son útiles para disminuir su dolor e inflamación.
- Bota de yeso. Consiste en aplicar una bota de yeso en su pierna afectada para mantener inmovilizada la fractura y así permitir su curación.
- Evitar la carga de peso. Es importante evitar apoyar la extremidad afectada hasta que su ortopedista le indique cuando y como hacerlo.
Tratamiento quirúrgico
Existen diferentes opciones en caso de que usted sea candidato a tratamiento quirúrgico:
- Fijación interna. Consiste en la inmovilización de la fractura mediante la colocación de clavo intramedular, placas o tornillos.
- Injerto óseo. Es un complemento que se utiliza en fracturas que se acompañan de un hundimiento de la meseta tibial. Se colocan injertos de hueso para evitar de nuevo el colapso de la meseta tibial. Estos injertos se pueden conseguir en un Banco de Hueso y Tejidos.
- Fijación externa. Consiste en la colocación de alambres o clavos en el hueso que atraviesan la piel y son estabilizados externamente mediante un marco estabilizador, manteniendo los fragmentos óseos en su lugar y permitiendo la curación.
- El tratamiento quirúrgico también es necesario cuando se produce una fractura abierta, requiriendo un manejo urgente debido a que este tipo de fracturas son muy susceptibles a infectarse. En estos casos se realiza un lavado del hueso expuesto en quirófano y se administran antibióticos para evitar la infección.